Se mueren
Se está muriendo la mejor de las generaciones
La que, sin estudios, educó a sus hijos
La que sin recursos los ayudó durante la crisis
Se están muriendo los que más sufrieron
Los que trabajaron como bestias
Los que han cotizado más que nadie
Se mueren los que pasaron tanta necesidad,
Los que levantaron el país
Los que ahora tan solo deseaban
Disfrutar de sus nietos
Se están muriendo solos y asustados
Apurando el último aliento
Se van sin molestar, los que menos molestan
Se van sin un adiós, los que menos merecen irse
ANÓNIMO
Duelo complicado
Muertes reducidas a estadística, a cifras, a boletines diarios.
Funerales sin despedidas, sin ritos, sin abrazos.
¿Cómo gestionar todas estas emociones?
Tras fallecer un ser querido se inicia un proceso de duelo, importante y necesario para reencontrar el equilibrio emocional y asumir la ausencia de la persona que ya no está.
Debido a la situación que estamos viviendo durante la pandemia COVID-19, es probable que muchas personas estén padeciendo lo que los psicólogos denominamos un “duelo complicado”.
Duelo complicado al no poder despedirse del ser querido, por la limitación al número de asistentes a los ritos funerarios (protocolos sanitarios).
A todo esto, se añade un gran pesar, el pensamiento de que nuestro ser querido ha fallecido en soledad, de no haber podido estar cerca en sus últimos momentos, de no habernos despedido.
Cada persona, cada miembro de la familia lo vivirá de forma diferente.
Lo importante es respetar la manera de llevar el duelo de cada uno.
Hay personas que llenarán la casa de fotos, dejarán la habitación intacta, guardarán todos sus objetos en una caja, escribirán un poema, harán un álbum de fotos, recopilarán canciones que les conecten con esa persona.
No hay recetas mágicas que permitan eliminar el dolor, pero si formas de llevarlo de una manera más adaptativa.
“La pérdida de una persona amada constituye una de las experiencias más penosas por la que un ser humano puede pasar”. John Bowlby.
Píldoras emocionales para tan delicados momentos:
- Evita estar solo. Es importante que compartas tus sentimientos de rabia e impotencia con amigos y familiares. El dolor será el mismo, pero en compañía lo llevarás mejor. Seguramente ellos necesiten tanto como tú poder expresarse.
- Escucha tus emociones. Tómate tiempo para sentir. Date permiso para sentir dolor, impotencia, rabia, tristeza y frustración.
- Llora. Cuando lloramos liberamos el estrés, las lágrimas están repletas de hormonas ( adrenocorticotrópicas), una hormona que te ayuda a responder al estrés. Llora cuando lo necesites.
- Toma lápiz, papel y despídete. Escribe una carta a la persona que ya no está.
- Si es necesario haz un pequeño ritual de despedida en casa, enciende una vela, pon una foto en algún lugar de la casa, pon flores.
- Cuídate, aunque no tengas ganas de hacerlo. Mantén una rutina de cuidados personales.
- Cuando te inunden pensamientos “negativos” como pensar que tu familiar murió solo, piensa en todo el personal sanitario que estuvo cerca y lo acompañaron en todo el proceso.
- Toma tu tiempo, no tengas prisa, no hay fecha límite para pasar el duelo. Poco a poco te irás sintiendo mejor. Las heridas sanan poco a poco y es algo que no puedes apresurar.
- Cuando salgamos del confinamiento si ves que no pasa, busca un grupo de apoyo. Compartir sentimientos junto a personas que han vivido una experiencia similar a la tuya te ayudará.
Cuando pasará toda esta crisis y el confinamiento, es más que aconsejable preparar un ritual de despedida con el resto de familiares y amigos.
Los ritos y las ceremonias son una manera de canalizar el duelo.
Si ves que no pasa, que estas emociones y sentimientos están interfiriendo de manera significativa en tu vida, busca apoyo en un psicólogo.
