¿Qué es la resiliencia?
Cuando accidentalmente el viento o cualquier otro factor hace ingresar arena en el cuerpo de una ostra, ésta es capaz de convertir los granos de arena en perlas.
La ostra es, pues, la metáfora más hermosa sobre la resiliencia. Una ostra que no ha sido herida jamás producirá perlas.
La resiliencia es la capacidad de resistir y rehacerse de una adversidad. Es la capacidad de una persona de superar las situaciones adversas que le presenta la vida y salir de ellas fortalecido e incluso transformado.
Podemos mirar a la Resiliencia como una esperanza de vida, donde un individuo se repondrá de situaciones dramáticas de mucho impacto.
De hecho, la vida consiste en una serie de acontecimientos deseables e indeseables que se entrelazan formándose un tejido vital en el que cada uno de nosotros, tiene que desarrollarse.
Para el neurólogo y psiquiatra Cyrulnik la resiliencia significa un mensaje de esperanza “porque en psicología nos habían enseñado que las personas quedaban formadas a partir de los cinco años. Ahora las cosas han cambiado sabemos que un niño maltratado puede sobrevivir sin traumas si no se le culpabiliza y se le presta apoyo. La historia explica el presente, pero nunca cierra el futuro”.
Al final de la vida, señala Cyrulnik, uno de cada dos adultos habrá vivido un traumatismo o una violencia que le habrá empujado al borde de la muerte, pero de la que se puede salir. Y cuenta a modo de ejemplo:
«Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de crema hundiéndose inmediatamente en él. Las dos se debatían desesperadas viendo que todos sus esfuerzos resultaban infructuosos.
Una de ellas pensó: «No puedo más. Es imposible escapar de aquí, y ya que voy a morir, no veo para qué prolongar esta agonía. ¿qué sentido tiene morir agotada de realizar un esfuerzo estéril?». Enseguida dejó de luchar y se hundió con rapidez hasta el fondo. Mientras que la otra se dijo: «Aunque me llegue la muerte prefiero pelear con ella hasta el último aliento». Y siguió chapoteando sin rendirse, pero debido a tanto patalear, la crema se transformó en manteca. La rana dio un salto, alcanzó el borde, y regresó alegremente a su casa».
Una infancia feliz no garantiza una vida adulta feliz. Ni una infancia desgraciada nos condena a una vida desgraciada.
Una infancia desgraciada sólo supone lo que Cyrulnik llama «empezar mal en la vida». Si esta persona se queda sola es bastante probable que tenga una vida desgraciada, pero si, con el paso del tiempo, se ve rodeada de afecto, puede tener una vida feliz.
Hay que intentar siempre contar con una constelación afectiva, con diferentes personas y estilos afectivos. Esto sí que es un factor de protección. De forma que, por ejemplo, cuando la madre está mal (o se producen conflictos naturales e inevitables con ella), pueda acudir a otra persona. Una infancia feliz, pero en la que sólo has contado con una persona para cuidarte y amarte, acaba siendo un factor de riesgo.
Os dejo aquí el resto de la entrevista de Cyrulnik.
¿Podemos hacerlo solos?
Nadie vive solo y es difícil que alguien pueda curarse solo. Todos dependemos de nuestro entorno. Cuando una persona está herida o se siente infeliz, necesita metamorfosear, transformar su dolor. Por ejemplo, el niño herido que se vuelve altruista, empático y generoso, y esto ocurre a menudo. Comprende el dolor mejor que nadie porque ha pasado por él. O el hijo sin padre que acaba siendo un padre magnífico. O la hija de padre ausente que aprende que ésa es el tipo de pareja que no desea a su lado, y acaba encontrando el compañero con el que compartir la maternidad, etc. Esto es resiliencia.
¿Cuándo no hay resiliencia?
Cuando no se metamorfosea el dolor ni se le encuentra significado y se limita a repetir pautas: el hijo de maltratador que maltrata a su pareja, o la hija que encuentra siempre una pareja que la maltrate. Cuando se dedican a repetir pautas, sin superarlas.
¿Cómo se construye la resiliencia?
En primer lugar, es preciso encontrar a alguien que te transmita seguridad afectiva, ya sea profesional o no. Pero no siempre aparecen en nuestro camino personas amorosas y altruistas que se empeñen en ayudarnos, a pesar de las resistencias y dificultades que pueda haber; por eso es tan importante la labor de los profesionales, que, en las escuelas, el barrio, los servicios sociales, etc., haya profesionales preparados para ayudar con amor e implicación personal.
¿Qué más?
Hay que encontrarle un sentido a aquello por lo que has pasado, como te decía antes. Siempre. No me refiero a justificar lo que te ha pasado, sino a darle un sentido para el futuro. Y no se trata de que las cosas, los acontecimientos, tengan sentido en sí mismos, sino que tú se lo des, que les otorgues un significado en tu vida. Ésta es una de las funciones más importantes de los profesionales, entre otras cosas: ayudarte a encontrárselo.
¿Dónde buscarlo, cómo?
Un medio muy eficaz es la escritura. A menudo, las personas heridas escriben espontáneamente; lo ven como una manera de expresar sus emociones, controlarlas, narrar su vida y representarla. Muchas veces, la manera en que narramos nuestra historia nos puede ayudar a curar las heridas, aunque también a crearlas. Por eso es importante utilizar la escritura de una manera que te ayude a resignificar tu dolor.
Por ejemplo.
Una chica me contó que el médico le dijo que tenía un cáncer avanzado y se puso a escribir esa misma noche sin saber por qué. Escribiendo, se dio cuenta de que se sentía despersonalizada, con su vida en las manos del médico que era quien decidía si se operaba o no, el tratamiento a seguir, etc. Escribiendo, tomaba posesión de su personalidad y de su historia y podía metamorfosear el dolor para hacer algo con él.
De hecho, muchos libros se han escrito a partir de un trauma personal.
Sí, algunos de ellos se han convertido en clásicos o están en la sección de bestsellers de ficción o autoayuda. Y muchos otros que no llegan a las estanterías. En Ruanda, vi a un hombre que le dictaba a otro su historia y sus sentimientos, para que se lo escribiera, porque él no sabía escribir. Le pregunté qué hacía y me dijo que estaba guardando su historia para sus hijos, para que no se pierda. Y es que a veces la historia oficial te roba tu propia historia, y eso hace que sea más difícil dotar de significado a tu experiencia y tu sufrimiento.
Habla mucho del afecto como factor de resiliencia. ¿El amor nos cura? ¿Cómo cura el amor?
El amor como «estar», el amor que te acompaña. El amor construye unos lazos que nos fortalecen, te hace sentirte en terreno seguro. Si hay una persona a tu lado que es una base de seguridad, es un tutor de resiliencia.
Dice que el amor de pareja puede ayudar a superar heridas de la infancia. Pero también puede consolidarlas.
Sí, también puede ser un factor de riesgo si se aprovecha de mi debilidad para dominarme. Pero eso ya no es amor. Y, sin embargo, ocurre muy a menudo. El problema es que no nos damos cuenta hasta 30 o 40 años después, de esa manipulación y dominio, que durante toda tu vida la has estado permitiendo como parte de ese supuesto amor. Y cuando alguien que lo ve con claridad desde fuera viene a avisarte, encima nos enfadamos con esa persona. Pero eso no tiene nada que ver con el amor, repito.
Y, sin embargo, es bastante habitual. La pareja no siempre es una fuente de estabilidad y apoyo.
Hay diferentes tipos de pareja, pero podemos resumirlas en tres: la pareja en la que ambos se refuerzan mutuamente; aquélla en la que uno daña al otro, y la que ambos miembros se hacen daño mutuamente. Cuando, en una pareja, las dos personas se refuerzan mutuamente, obviamente dura más, tienen mejor calidad de vida, como pareja y por separado, disfrutan de mejor salud y estado emocional, mejor humor y un sistema inmunológico que les protege de enfermedades. Es la única forma de pareja que merece reafirmarse. Las otras, hay que intentar transformarlas de alguna manera, metamorfosear las viejas actitudes y buscar un significado que establezca las bases de una relación más sana en el futuro. Si no es posible, vale más abandonar la relación.
¿Cómo hacerlo?
Es difícil, sí. Para salir se necesita a otra persona, no necesariamente otra pareja, que te dé seguridad. Pero cuidado, porque si no has sanado tus heridas, si no les has encontrado significado, podrías dedicarte a repetir pautas el resto de tu vida. Porque no ha habido resiliencia.
Factores que promueven la resiliencia:
Factores Internos:
- Personalidad luchadora.
- Personas activas, creativas y con sentido del humor.
- Capacidad de reflexión y de responsabilidad, capacidad de amar.
- Confianza en las personas.
Factores Externos:
- Familia o tutores de apoyo.
- Mantener una relación firme y estable con al menos uno de los padres.
- Lazos afectivos.
Características de las personas resilientes.
- Alto coeficiente intelectual y una notable habilidad para resolver problemas.
- Afrontan la realidad con recursos variados.
- Poseen buena aptitud para manejar relaciones interpersonales.
- Su voluntad y capacidad de planificación es grande.
- Sentido del humor amplio y positivo.
- Tienen, en general, más autoestima e independencia y menos tendencia a la desesperanza que el resto de los niños.
Boris Cyrulnik es neurólogo, psiquiatra y psicoanalista. Experto en la resiliencia a partir de su propia biografía, tras haber pasado parte de su infancia en un campo de concentración, donde perdió a su familia. El resto de su infancia lo pasó con familias de acogida. Empezó a ir a la escuela a los 11 años y acabó convirtiéndose en uno de los fundadores de la etología humana y uno de los principales teóricos y divulgadores de la resiliencia.
De acuerdo con la psicóloga Edith Grotberg es posible caracterizar a un niño resiliente por la posesión de condiciones en el lenguaje que se expresan diciendo:
YO TENGO, YO SOY, YO ESTOY, YO PUEDO
En todas estas verbalizaciones aparecen los distintos elementos de la resiliencia, como la autoestima, la confianza en sí mismo, y en el entorno, la autonomía y la competencia social. A su vez, la posesión de estas atribuciones verbales puede considerarse como una fuente generadora de resiliencia.
- TENGO cerca personas:
En quienes confío y que me quieren incondicionalmente.
Que me ponen límites para que aprenda a evitar los peligros.
Además mee muestran por medio de su conducta la manera correcta de proceder.
Quieren que aprenda a desenvolverme solo.
Me ayudan cuando estoy enfermo o en peligro, o cuando necesito aprender.
- SOY:
Alguien por quien los otros sienten aprecio y cariño.
Feliz cuando hago algo bueno para los demás y les demuestro mi afecto.
Respetuoso de mí mismo y del prójimo.
- ESTOY:
Dispuesto a responsabilizarme de mis actos.
Seguro de que todo saldrá bien.
- PUEDO:
Hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan.
Buscar la manera de resolver mis problemas.
Controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está bien.
Buscar el momento apropiado para hablar con alguien o actuar.
Encontrar a alguien que me ayude cuando lo necesito.
