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Emociones, la importancia de saber identificarlas
La mayor parte de las veces vivimos sin identificar nuestras emociones, no profundizamos en cómo nos sentimos.
En consulta ocurre en no pocas ocasiones, encontrar personas que saben describir muy bien lo que sienten, pero a la hora de darles un nombre no saben denominarlas, no saben nombrar la emoción que están describiendo.
¿Por qué es tan importante identificar las emociones?
Es necesario saber identificarlas y no confundir una emoción con otra, porque las emociones nos sirven de guía.
Escuchar a nuestras emociones nos ayuda a resolver conflictos con nosotros mismos, reflexionar sobre ellas nos ayuda a tomar mejores decisiones, nos ayudan a interaccionar mejor con los demás.
Adquirir conciencia y conocerlas es la clave para tener una vida saludable, ayudarnos a vivir en equilibrio y a comprendernos.
¿Sabes distinguir entre emoción y sentimiento?
No te preocupes si no sabes distinguirlas, de hecho, muchísimas personas no saben diferenciarlas.
Es muy habitual confundir ambos términos utilizándolos como si fuesen sinónimos, sin embargo, son experiencias distintas.
Un poco de luz…
La emoción: es un proceso adaptativo que nos ayuda a reaccionar y actuar rápidamente en situaciones en las que es necesario. Las emociones son instintivas y automáticas, además son universales e innatas. Están presentes desde nuestro nacimiento, aparecen en el desarrollo de cualquier persona independientemente de la sociedad, de la cultura y su experiencia vivida.
El sentimiento: es un estado afectivo generado a partir de una emoción. Es más consciente y de más larga duración respecto a la emoción. No son universales, no todas las personas experimentan todos los sentimientos.
A modo de ecuación:
EMOCIÓN + CONSCIENCIA= SENTIMIENTO
Algunos ejemplos de emociones son: la alegría, la ira, el asco…
Ejemplos de sentimientos son: el amor, los celos, el egoísmo, la envidia, el agradecimiento…
Clasifiquemos

Hay muchas clasificaciones de las emociones y no hay un consenso. Una de las clasificaciones incluye tener en cuenta y examinar nuestras expresiones faciales.
Los autores que han defendido esta clasificación se han centrado en la investigación facial de Charles Darwin.
Darwin apoyaba la universalidad de las expresiones faciales, quedó muy impresionado al comprobar que, en todo el mundo, independientemente del origen étnico o cultural la expresión de las emociones es muy similar.
Desde este punto de vista las emociones se clasifican en primarias (o básicas) y secundarias (éstas derivan y son una combinación de las primarias).
Las seis emociones básicas son:
Sorpresa, alegría, tristeza, miedo, ira y asco.
Describámoslas
Sorpresa
Es una reacción que se produce ante acontecimientos inesperados o novedosos.
Va acompañada de la siguientes expresiones faciales: las comisuras de los labios se estiran hacía atrás y hacia arriba simultáneamente, en la zona de los ojos aparecen ciertas arrugas, las cejas se elevan, los parpados suben.
Alegría
Se produce a raíz de una valoración que la persona hace sobre la consecución de metas particulares.
Intervienen varios desencadenantes, por ejemplo:
a) Buenos acontecimientos (aprobar un examen).
b) Se atenúan o eliminan acontecimientos negativos (alivio por un dolor físico).
La alegría va acompañada de las siguientes expresiones faciales: las mejillas y las cejas se elevan. La mirada se fija. Los ojos aparecen brillantes y desorbitados.
Tristeza
Es una reacción ante sucesos que la persona valora como no placenteros. Los desencadenantes pueden ser situaciones “reales o imaginarias”, pero que son interpretadas y percibidas por la persona como pérdidas.
Por ejemplo: la tristeza que puede provocarnos la muerte de un ser querido, una ruptura sentimental…
Va acompañada de las siguientes expresiones faciales: la comisura de los labios se inclina hacia abajo, bajamos la mirada, las cejas suben al centro, la barbilla se eleva, se produce corporalmente una lentitud de movimientos.
Miedo
Es una repuesta de alarma ante un peligro que implica riesgo para la supervivencia o nuestro bienestar (físico o psicológico).
El miedo facilita la respuesta de escape y además previene que la persona interactúe con elementos peligrosos.
Nos prepara para la huida, la evitación, la protección ante un peligro.
Las expresiones faciales del miedo son: las cejas se levantan y se contraen al mismo tiempo. Abrimos la boca. Tanto la cara como el cuerpo están en tensión. Los ojos los podemos abrir mucho o por el contrario los podemos cerrar fuertemente.
Ira
Es una reacción ante un ataque o bloqueo de una conducta dirigida a un fin. Está muy relacionada con la reacción de defensa. La ira no siempre conlleva agresividad, pero si la intensidad de esta emoción es muy alta sí que puede desencadenar en violencia y agresividad.
La expresión facial de la ira: las cejas se juntan, aparecen líneas verticales en el entrecejo, la mirada se endurece, los labios se aprietan.
Asco
Está concebida para apartarnos de aquello que nos resulta repugnante, conlleva matices como aversión y repugnancia.
Se experimenta ante por ejemplo: alimentos en mal estado, aunque a veces se aplica a las personas.
Aparece en expresiones como “es repugnante” “me da asco” en este caso cuando se refiere a personas, se asimilar más a la ira.
Expresión facial del asco: ira y asco poseen reacciones musculares parecidas, pero en el caso del asco el labio superior asciende, la nariz se arruga.

¿Cómo podemos gestionar nuestras emociones?
Algunos consejos:
1. Haz una pausa y pregúntate ¿Cómo te sientes? Percibe la emoción.
2. Fíjate en qué lugar de tu cuerpo sientes la emoción.
Localiza físicamente tu emoción y percibe qué está ocurriendo, ¿la puedes localizar en el pecho, en la garganta, en el hombro…?
Quizás sientes como los latidos de tu corazón y la sudoración aumentan, la respiración se acelera..
Toma conciencia de los cambios corporales que se producen al experimentar la emoción.
3. ¿Por qué se encuentra ahí?
4. ¿Te ayuda esa emoción? Si es NO.
a) Toma el control: respira. Hacerte consciente de la respiración te traerá tranquilidad.
b) Si lo necesitas plasma tu emoción. Puedes coger un folio y describirla o también puedes dibujarla (a mi personalmente me ayuda dibujarla pero elige lo que prefieras).
Recuerda que tú eres el dueño de tus pensamientos y eres capaz de tomar las riendas, el control.
Técnica infantil para que los niños aprendan a gestionar emociones como la ira
El juego del semáforo de las EMOCIONES
En primer lugar, es primordial enseñar a los niños que las emociones no son nuestras enemigas aunque algunas como la ira es muy importante que aprendamos a gestionarla.
Les explicamos que nosotros nos comportamos como un semáforo.
Cuando sentimos que estamos enfadados y con ganas de tomar una mala decisión, el semáforo se pone rojo como nuestra cara, entonces paramos.
El siguiente paso es pensar en cómo nos sentimos y qué podemos hacer para tranquilizarnos: respirar profundamente, apretar una pelota antiestrés, dar una vuelta, saltar a la comba, beber agua… (nuestro semáforo ha pasado a color amarillo).
Después de reflexionar me he tranquilizado, la situación se ha estabilizado y puedo seguir (verde).
En esta técnica asociamos los colores con las emociones.
El color rojo indica que debemos parar (Párate).
El amarillo (ámbar) que nos preparemos para reflexionar (Piensa).
El verde que podemos avanzar (Sigue, Actúa).

¿Cómo lo aplicamos en el aula?
¡Practiquemos!
Actividad para el aula.
El maestro tiene una paleta con el semáforo. Los niños van moviéndose por el aula, de pronto el maestro activa el color rojo.
Los niños explican cuándo y por qué se ponen en modo rojo y qué sienten cuando están en rojo (rabia, ganas de pegar, ganas de romper algo, ganas de gritar).
Les pedimos que reflexionen y que intenten darnos alternativas, soluciones de qué cosas pueden hacer para calmarse (mientras dan las respuestas colocamos el semáforo en amarillo).
Finalmente, después de escuchar todas las alternativas ponemos el semáforo en verde y seguimos circulando por el aula.
Otros usos
En algunas ocasiones, también he visto maestros que aplican la técnica del semáforo con otros fines, por ejemplo: para controlar el ruido del aula (cuando el semáforo está en rojo no se puede hablar, cuando pasa a amarillo se puede hablar bajito, en verde ya se puede hablar).
Lamentablemente también lo he visto emplear en el aula de modo no muy pedagógico ( desde mi punto de vista).
Por ejemplo: cuando ponemos en un aula un semáforo y en el círculo rojo colocamos el nombre (y a veces, hasta las fotos) de los niños que se han portado ese día “mal”, en el circulo amarillo los que se han portado “regular” y en el verde bien.
No utilicemos el semáforo de este modo, para mi, lo único que se consigue es encasillar y avergonzar al niño-a, pero no mejorar el comportamiento de los alumnos que están siempre en la zona roja.
Los niños aprenden si les damos herramientas no si los colocamos en la zona (color) de un semáforo.
Para finalizar incluyo otras entradas de este blog relacionadas con el tema de las emociones que pueden ser de interés.