¿Te quedas o sales de tu zona de confort?
Audio del texto
Cada mañana te levantas, te duchas con el mismo gel, llevas peinándote de la misma manera desde hace 10 años, desayunas café con tostadas, vas al trabajo haciendo el mismo recorrido, comes en el mismo restaurante, compras el mismo periódico. Estás en la zona de confort.
Ese lugar donde todo es predecible y asumes pocos riesgos.
Esa zona “teóricamente” segura, que te permite mantener un nivel bajo de ansiedad.
¡Al cerebro le encanta que repitas tareas! Esto le permite ahorrar energía asegurándose la supervivencia.
La zona de confort está pues fuertemente marcada por la rutina. Por esto, tendemos a la repetición y rechazamos o ignoramos lo que se sale de nuestro esquema o guion.
No nos referimos a un espacio exclusivamente físico sino especialmente mental.
¿Por qué deberíamos salir de una zona donde nuestro cerebro está tan a gusto? ¿Qué necesidad hay?
Hay personas que están a gustito y deciden quedarse. Se sienten bien llevando esta vida.
Todas las personas deberíamos tener la libertad de vivir como queramos, sin necesidad de ser juzgadas, esto también incluye respetar a quienes deciden quedarse a vivir en esta zona.
Pero, sin embargo, sucede, que hay otras personas que sienten que su vida rutinaria ya no les llena, cada día están más apagadas. Sienten en su interior que es hora de hacer cosas diferentes, están insatisfechas y desmotivadas.
Si estás insatisfecho, ¿qué puede pasar si te quedas durante mucho tiempo en esa zona? Si te sientes así ¿Por qué no salir?
Si permaneces en la zona de confort sintiéndote mal contigo mismo, con el tiempo es posible que te acabes frustrando, no crecerás y si lo haces será muy lentamente.
Albert Einstein dijo:
“Si siempre hacemos las mismas cosas, los resultados serán siempre los mismos.”
¡Claro que da miedo salir! ¡Mucho miedo!
Miedo a dejar lo predecible por lo impredecible.
Sabes lo que dejas, pero desconoces lo que puedes encontrar por el camino, a qué te vas a enfrentar.
Por este motivo, quizás en ocasiones experimentes un cierto grado de ansiedad. Y es que, salir de la zona de confort, despierta nuestros miedos más internos.
Pero hay personas que logran vencer sus miedos.
Empiezan a probar comida nueva, cambian el camino para ir al trabajo, se cortan el pelo, se inscriben a un taller de manualidades, participan en un curso de cocina, van al gimnasio, se apuntan a un curso de baile, emprenden un viaje, aprenden un idioma. Hacen cosas que antes no hacían, y que quizás durante años soñaban poder hacer.
Finalmente se han atrevido, y todos estos cambios les han permitido no sólo conocer otras personas y hacer nuevas amistades, también han aprendido nuevas destrezas.
Lo más probable es que en cualquier momento de este proceso se hayan sentido desprotegidos. Pero gracias a todas estas experiencias ahora:
a) Tienen nuevas percepciones.
b) Han ampliado sus puntos de vista.
c) Se han replanteado todo lo que sabían hasta ese momento.
d) Han conectado con la realidad de la vida.
e) Se han dejado sorprender.
Han entrado en la zona de aprendizaje.
Y ¿Qué pasa con las personas que decidieron quedarse en la zona de confort?
Por muy seguros que nos “sintamos”, la vida es impredecible.
Los problemas pueden aparecer en cualquier momento de forma inesperada. Si no nos hemos acostumbrado a los cambios (cosa que sí ocurre en la zona de aprendizaje), estas personas ante cualquier imprevisto, podrán padecer graves problemas de desestabilización por la gran incertidumbre.
Vivir fuera de la zona de confort, lidiando con situaciones nuevas e imprevisibles, nos habrá preparado emocionalmente ante las adversidades y los cambios.
Ahora, somos capaces de hacer frente a situaciones que previamente nos atemorizaban, hemos ganado autoconfianza.
Pero atención, es importante que sepamos mantener el equilibrio en la zona de aprendizaje , que sepamos gestionar ese nivel de ansiedad que nos genera lo desconocido.
De otro modo, podríamos caer en la zona de pánico o zona de no experiencia y paralizarnos, sintiendo una absoluta falta de control y temor.
Pero si mantenemos el equilibrio y seguimos con fuerza, podríamos llegar a la maravillosa zona mágica, un lugar al que no todos llegan.
La zona mágica, es esa zona donde ponemos en práctica todos nuestros conocimientos, todo lo que aprendimos y logramos nuestros sueños.
Lo más asombros de todo este recorrido es que en realidad, si lo piensas bien, nunca abandonamos nada.
No está escrito que no podamos volver atrás a esa zona de confort para volver a coger impulso (si es que lo necesitamos).
Sencillamente, ampliamos nuestra zona de confort, ampliamos nuestros recursos y crecemos como personas.
¿Y tú te atreves a salir?
